Dominicano mata 2 en suiza

ARRIONDAS, Parres.- Está detenido en Suiza por el supuesto asesinato a puñaladas de dos hombres en el oriente de Asturias y se apellida Feliz. Se llama Alejandro. Tiene 23 años, una sonrisa muy dulce y una de sus frases comodín era: «Yo, por mil euros, mato». Esta frase, un decir a humo de pajas en otra boca que no fuera la de Alejandro, les ha quedado grabada a fuego a los ex compañeros de trabajo de este joven dominicano, empleado en una empresa de turismo activo de Arriondas durante el verano pasado.


Ahora, el presunto autor de la muerte del taxista parragués Guillermo Amieva y del vecino de Ponga Francisco Javier Viego, cometidos el 19 de marzo en Collía (Arriondas) y el 27 de febrero en Cangas de Onís, respectivamente, espera detenido desde hace un mes en Suiza a ser extraditado a España. El proceso probablemente se alargue «unos meses».

«Yo, por mil euros, mato». Los ex compañeros de trabajo de Alejandro Feliz aseguraban ayer a LA NUEVA ESPAÑA que esta frase se la oyeron decir muchas veces. ¿Estaba obsesionado por el dinero? Fuentes de la investigación aseguran que una de las últimas preocupaciones era enviar dinero para su hija, que está en Suiza al cuidado su madre, la ex mujer de Alejandro. Ambas residen con la madre del presunto asesino. De hecho, éste podría haber sido el detonante de su escapada al país helvético conduciendo un BMW robado a un compañero de Cangas de Onís. Fue su identificación como presunto autor del robo de ese coche la causa de que las autoridades pudieran echarle el guante con rapidez en Suiza, en una compleja operación en la que, además de la Guardia Civil, intervino la diligencia de los funcionarios del Ministerio del Interior de la Embajada española en el país helvético.

¿Temía Alejandro Feliz que lo atrapasen y por eso se fugó? Por el momento, parece ser que lo que realmente lo impulsó a escapar a Suiza fue descubrir que su ex mujer había encontrado un nuevo compañero sentimental. Y acaso llevar dinero para la hija que tenían en común.

Cara de ángel, sí. Pero no miraba nunca a los ojos cuando le hablaban. Por eso algunos ex compañeros de trabajo aseguran que jamás se fiaron de él. Casualmente, en la empresa de turismo activo, en el período en el que trabajó el joven dominicano, se produjeron varios robos. Nunca se encontró al culpable.

Los taxistas, amigos y compañeros de su supuesta segunda víctima, Guillermo Amieva, también conocían al joven Feliz. Era un cliente «muy habitual» de la cooperativa Taxisella de Arriondas en la que trabajaba Guillermo Amieva hasta que murió apuñalado. Y sí se fiaban de él. Los propios taxistas confirmaron ayer a LA NUEVA ESPAÑA que solían llevarlo a casa, en Collía, o ir a recogerlo «casi a diario». Estaban sorprendidos. Confesaban que «jamás» se les había pasado por la cabeza que el presunto asesino de su compañero podía ser el joven dominicano. «Las apariencias engañan mucho», dicen los taxistas al recordar que el joven era un chico muy «correcto, amable y parecía buena gente».

Con su corrección se había ganado la confianza de los taxistas. Le gustaba viajar en el asiento del copiloto y mantenía conversaciones amenas con el conductor de turno que lo llevaba hasta Collía o que iba a recogerlo a este pueblo en el que residía junto al novio de su madre desde hace más de un año. Ninguno de los trece taxistas de Arriondas podía creer que estaban ante el presunto asesino, cuando los investigadores les mostraron fotografías del sospechoso, que era aquel veinteañero de habla dulce y uno de sus clientes más habituales. «Nunca sospechamos de él, jamás».

Alejandro Feliz tenía, además de ese aire angelical y la suavidad del habla dominicana, afición por vestirse bien y con ropa de marca. Al parecer, también le gustaba perderse en el monte con un quad y salir por las noches. Fuentes cercanas apuntan que coqueteaba con las drogas. Las mismas fuentes confirman que mantenía una relación intermitente con la joven canguesa A. N. A., de 18 años, detenida hace unos días por la Guardia Civil al encontrarse pruebas incuestionables (vinculadas al ADN) que la situarían la noche del crimen en el portal de Francisco Javier Viego, el pongueto de 40 años que fue asesinado supuestamente también por Alejandro Feliz. Este crimen tendría, según fuentes cercanas a la investigación, móviles económicos. y se está investigando alguna transacción bancaria al respecto.