
Los hechos ocurrieron en la ciudad de Keelung, un suburbio costero de Taiwán. La mujer llegó a casa y se encontró a su marido borracho y se pusieron a discutir por enésima vez por ese motivo.
Fue la misma mujer la que llevó a su amputado marido al hospital donde los médicos sólo pudieron reconstruir lo que quedaba del miembro (3 centímetros) para que el hombre no tuviera problemas para orinar.
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